ALMAS DESNUTRIDAS EN TIEMPO DE CUARESMA

Hoy estamos en tiempo de cuaresma y pronto, en dos semanas más, celebraremos la pascua de resurrección y la angustia más grande para una comunidad católica cristiana, es tener la certeza que muchas personas que han sido bautizadas, que han recibido al Espíritu Santo, no tienen la más mínima idea de cuál es el propósito de la cuaresma. A otros pobres infelices con sus almas aún más raquíticas ni siquiera les interesa.

El tiempo de cuaresma es una invitación a reflexionar a orar. La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. Pero por sobre todo es tiempo de bondad y de dar, de entregar lo que podamos dar en beneficio de los demás.

Sin el ánimo de ser crítico, pues nadie es santo y nadie puede juzgar a un hermano en la fe, que pena da observar la ausencia de las autoridades comunales en la misa dominical, que frustración siente el corazón cuando la única idea en la mente de los que se dicen cristianos es encargar con anticipación las mallas de mariscos, comprar pescado y vino, para disponer de un banquete abundante para compartir en familia. -Comer hasta engordar, llenarse, hincharse con comida bajo el efugio de un tiempo de cuaresma, donde el ayuno de Cristo fue de 40 días. Luego vivió su pasión para morir a manos del hombre y volver en gloria y majestad resucitado.

Que diferente es el sentido que realmente tiene la cuaresma, del que le dan muchas personas mundanas, alejadas del conocimiento y la doctrina de la iglesia. Por muchos es sabido que cuando el Papa Juan Pablo II celebraba el tiempo de cuaresma, invitaba a sus colaboradores más cercanos y en nombre de Cristo y de Dios, hacían un ayuno, una prueba de abstinencia, alejado de los manjares, de las comidas que nos repletan el cuerpo pero que nos vacían el alma. -10 kilos de peso perdía su santidad en estos 40 días, en cambio nosotros, pobres ovejas perdidas, que no asistimos a misa, que no respetamos al prójimo, que no nos ponemos en su lugar, que no vivimos su pobreza, que no vivimos su dolor, ni hacemos sacrificio alguno, engordamos como berracos en chiquero y tragamos como animales en engorda. Y por si esa ignorancia fuera poca, algunos hacen gala de su abundancia, regocijándose en una fiesta de gula impía y decadente.

El tiempo de cuaresma, es tiempo de austeridad, de privación y de recogimiento. Es el tiempo en el que yo debo repasar mi vida y preguntarme, he obrado bien, he sido correcto, he sido un hombre justo, he sido una mujer justa. Eso es cuaresma y no atiborrarse de comida como animales alejados de cristo, alejados de su sufrimiento y de su pasión.

Estamos en tiempo de cuaresma y en la santa misa dominical, todos extrañamos a nuestras autoridades ¿dónde están?, ¿pueden ellos sentir lo que nosotros sentimos?, ¿alimentan ellos sus corazones y sus almas o alimentan sólo sus estómagos? -Podemos confiar en quienes no sienten esta necesidad de estar junto a cristo y servirle de manera abierta, sincera y austera, sobre todo austera.

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios. Todos los viernes de Cuaresma la Iglesia católica propone no comer carne como signo de penitencia. También propone vivir cierto ayuno el miércoles de Ceniza y el viernes Santo. Quedan sólo dos semanas de cuaresma y la pregunta es ¿qué has hecho?, ¿qué he hecho en este tiempo de cuaresma? Cristo me observa, Cristo te observa y parece que a nadie le importa

Falta poco para Semana Santa y ya es hora de dar alimento a nuestro corazón, a nuestra alma y sufrir como cristo la abstinencia y practicar la reflexión, la reexaminación de mi conducta ética, de mi conducta moral, de mi conducta personal, para saber qué tan digno soy ante mi familia, ante mis pares, ante cristo, y ante la Iglesia.  Cristo se preparó, meditó y también se arrepintió…

¿Estamos nosotros preparados?, o sólo estamos repletos de bienes, embriagados de poder, bien alimentados, pero con el corazón seco y el alma desnutrida.

Para Tejemedios escribió:
IVÁN QUINTANA
Director