El Binominal es una cara deforme de la democracia

Sin lugar a dudas, debemos reconocer sin temor a equivocarnos, que hablar de democracia en Chile es motivo de alegría, de sabor a triunfo, de dignidad. Se grita a toda voz y en todas direcciones que somos una Republica democrática, pero parece que falta darle un par de vueltas a tan bullado concepto. La Democracia (o Poliarquía según Robert Dahl), consta de dos elementos básicos: libertad de asociación y libertad de expresión. Pero sabemos que en una democracia moderna estos conceptos se quedan cortos, ya que la forma de aquella democracia tiende a tener características propias en cada contexto, y el Chileno, obviamente, no es la excepción.
Me detendré a observar y comentar una característica peculiar que tiene nuestra adaptación Chilensis del concepto. Nuestro sistema parlamentario, tiene la característica de ser un sistema Binominal, esto quiere decir que es un mecanismo de elección donde se establecen lista de candidatos que tienen sólo dos postulantes al cargo como máximo; En caso que la lista más votada obtenga el doble de votos que su más cercana competidora, elige a sus dos candidatos. Por el contrario, si no alcanza a obtener el doble de votos que la segunda lista más votada, obtienen un cargo cada una de ellas, no importa si el primer candidato de la lista perdedora obtuvo más votos que el segundo candidato de la lista que logra el doblaje. En términos simples, votamos por lista y coaliciones, y no por personas.
El autodenominarnos como una democracia no asegura nada, sabemos que existe “la calidad democrática”, la cual es el verdadero termómetro  que establece cuan profunda es nuestra convicción de que el poder y la soberanía reside en el “pueblo”.
En el Chile actual, la soberanía parece caer bajo los partidos políticos, los cuales proponen y disponen a sus anchas, son ellos quienes proponen a los candidatos, los cuales van casi predestinados a salir electos, esto le da una comodidad y un poder único a los partidos políticos, los cuales no necesitan tener programas acorde con las necesidades sociales, ni ser un actor preponderante en la vida cívica, si no que solo necesitan presentar el candidato, y pertenecer a una de las dos coaliciones o listas  (total ¿para que hacer mas?),  nadie que no este de acuerdo con esto podrá presentarse a senador o diputado. Como sabemos son estos mismos quienes diseñan y aprueban las leyes,  lo cual explica la larga data y el poco debate en torno a este sistema.
La Concertación atacó este sistema y se ha comprometido a eliminarlo en más de una ocasión, todo parece indicar que la energía que han puesto en esto no ha sido –ni será- la suficiente; nació una comodidad en torno a esta forma de crear “equilibrio político”. La Ley Orgánica Constitucional de Votaciones Populares y Escrutinios, Nº 18.700, dictada por la Junta Militar de Gobierno, en mayo de 1988, parece ser un regalo, al cual se aferran aquellos que defendían el régimen de Pinochet, pero también aquellos que llenaron calles con promesas de alegrías venideras. Hoy se ha empeñado la legitimidad de nuestros representantes, por una falsa misión política. La misión del sistema político no es crear un juego de futbol, donde se necesita igual cantidad de jugadores por equipos, si no que establecer posturas y visiones mayoritarias y minoritarias.
A modo de conclusión puedo decir que hoy por hoy, los debates en torno a energías limpias, derechos sexuales y reproductivos, reformas tributarias, forma y sentido de la educación, etc. Cuentan con poca relevancia,  Si en realidad lo que prima es este equilibrio. El sistema binominal impuesto por la dictadura militar es el primer escoyo que se debe superar para mejorar la calidad democrática, si la centro izquierda y la izquierda lograran unirse bajo este objetivo, seria un triunfo gigante en dirección a una representación verdadera. La democracia cuando esta bien implementada, se debería mejorar a sí misma, lo cual demuestra que tan estancado está nuestro sistema político.
Luego de pensar esto, parece increíble que algunos personeros concertacionistas  aún se pregunten cuál fue la razón de la derrota en el 2010 frente a la derecha, si no fueron capaces de cambiar las herencias más repugnantes de la dictadura, no por fuerza, si no por comodidad y por flojera.
IVÁN QUINTANA ABELLO
LICENCIADO EN EDUCACIÓN
DIRECTOR TEJEMEDIOS