EL ODIO EN LOS TIEMPOS DE LA POLÍTICA

La política rige todo fenómeno social, por algo Lenin decía que los individuos no existen al margen de la historia. -La concepción política ha ido desarrollando con el paso de los siglos múltiples estrategias, aunque algunas muy cuestionables. En escenarios políticos radicales es posible estimular situaciones de manera perversa para beneficio propio si se alienta la confrontación irracional. -Un líder que con su verbo encendido utiliza palabras como “aniquilar”, “pulverizar” “darme el gustito” o similares, está creando condiciones para que sus seguidores acaten sus palabras en forma literal por el efecto potenciador que tiene la “Schadenfreude” palabra que definiremos a continuación.

Quedan sin embargo vestigios en el humano actual, muchos de esos sentimientos primitivos y negativos. -La palabra alemana “Schadenfreude” describe el sentimiento pocas veces confeso y vergonzoso, de la alegría que provoca el sufrimiento del otro, sobre todo si ese otro de alguna manera se percibe como adversario político. -Este sentimiento (nada de que sentirse orgulloso) existe en forma discreta, pero a veces puede llegar a ser destructivo. Más aún en grupo, pues tiende a  potenciarse, ya que somos más fieramente competitivos en grupo que individualmente (esto está comprobado por las ciencias sociales y de la conducta) Individualmente el enfermo sociopata niega el saludo, y en grupo habla mal del prójimo o de personas cercanas de manera descarada, esto muchas veces ocurre cuando no comparten el mismo ideario político.

En escenarios políticos radicales es posible estimular a estos individuos en forma perversa para beneficio propio. Esto generalmente lo hace un líder político negativo, y de dudosos valores. -Por lo general se alienta la confrontación irracional y un líder que con su verbo encendido utiliza palabras negativas de odio o despecho, crea condiciones ideales para que sus seguidores acaten sus palabras o discursos en forma literal por el efecto potenciador que tiene la “Schadenfreude” Esto ocurre sobre todo cuando están reunidos en grupo, escuchando obedientemente..

El psicólogo social Russel Spears, destaca en sus estudios que este sentimiento que produce vergüenza cuando se siente individualmente, es legalizado, y racionalizado (por ende justificado), cuando se comparte en grupo, y puede llegar a conducir a la violencia. La “schadenfreude” cuando es estimulada en grupos radicales, se percibe con orgullo, como manifestación de lealtad (aunque esto sea despreciable) con su líder o sus partidarios.

La “Schadenfreude” lleva a la tácita aceptación de la discriminación y el odio. Ablanda la moral y predispone al exterminio del otro, ya sea omitiéndolo, atacándolo verbalmente o criticándolo a sus espaldas. El estímulo de la “Schadenfreude” para beneficio propio del político corrupto es repudiable, ya que conlleva la responsabilidad total de los actos que realicen sus seguidores, gente por lo general de perfil bajo, con poca autoestima y escasa inteligencia cerebral. Esta son las personas ideales para concientizar de manera fácil e involucrar al grupo en cosas que no deberían estar ni compartir.

Así tenemos que como resultado de la secularización, la gente deja de mirar al cielo y cada vez está más preocupado por lo que pasa en la tierra. No obstante, sigue mirando en la tierra lo que antes veía en el cielo. Es decir, la posibilidad de un mundo justo y ordenado que podría ser construido por la gente bajo la inspiración de un gran líder nefasto y corrupto. Esta es la causa de la pobreza de espíritu, sin embargo ese líder nada es, sin personas con baja inteligencia y una moral y conducta de vida permisiva y cuestionable, ya sea en sus vidas, relaciones de pareja o con grandes frustraciones en los hijos.

Finalmente, estos falsos ídolos son rápidamente abandonados cuando pierden su estatus o no pueden ofrecer ganancias a sus seguidores. El problema es que una vez que se ha comercializado la moral y los valores, las personas no vuelven  a ser las mismas y el orden de sus vidas simplemente se ha perdido, al igual que el saludo.

Iván Quintana
Director Tejemedios